Comenzamos por pequeñas pero importantes aportaciones: los nombres de sus padres y hermanos. A partir de ahí empezamos a hilar la historia de Asun. Todos los datos fueron ampliados por sus hijos y nietos. El deterioro de Asun ha hecho imposible poder obtener información de ella, pero me quedo con su expresión de felicidad. No hemos mantenido largas conversaciones, pero me ha transmitido cantidad de sentimientos, expresiones, muecas y caricias. Estoy convencida de que ella, a su modo, también ha recordado momentos de su vida al ver el libro. Al enseñarle el “boceto” en papel, la primera palabra que dijo fue “mío”, que resume para mi todo el tiempo que hemos pasado estos meses juntas.