A finales de octubre y principios de noviembre la muerte cobra un sentido especial en nuestra sociedad. Por eso, en Envita queríamos aprovechar la oportunidad y hablar sobre la muerte con Carla Borrás, psicóloga especializada en duelo.
Hablar de la muerte es naturalizarla, es perderle el miedo pero también es una de las cuestiones que tenemos pendientes. Con esta entrevista queremos aportar nuestro pequeño grano de arena a la conversación y así, ayudar a esas personas o profesionales que no sepan como abordar este tipo de conversaciones, ya la mayoría de las veces son incómodas y hasta dolorosas.
Carla, antes de nada, muchísimas gracias por dedicarnos este tiempo. Nos gustaría que nos hablaras un poco de ti y tu trayectoria profesional.
Si tiro del hilo veo que mi vocación vino marcada por mi historia de vida. La muerte entró en mi casa antes que yo tuviera uso de razón y las vivencias y la ayudas que se nos brindaron me hicieron conectar con el deseo de ayuda al prójimo.
Mi trabajo de fin de carrera se basó en el acompañamiento a final de vida, y aunque luego, por un tiempo me dediqué al mundo de los recursos humanos y al acompañamiento en escuelas, poco a poco, con el tiempo volví a mi esencia, me formé como doula de nacimiento, cursé un máster en psicopatología clínica y reenfoqué mi trayectoria hacia la psicoterapia, para poder conectar con mi propósito de acompañar y sostener a las personas en sus momentos de malestar y sufrimiento.
Y con el tiempo me he ido especializando y formando como doula de final de vida y sobre la muerte y duelo porque mi deseo es visibilizar los beneficios que tiene romper el tabú sobre ella y poder acompañar a las personas a transitar los distintos duelos que la vida nos pone en el camino de la forma más amorosa posible. Acompañar en el dolor natural, dándole espacio y apoyo para evitar el sufrimiento con conlleva, negarlo, luchar con él y la no aceptación.
Desde tu perspectiva, como experta, ¿por qué crees que es tan difícil o da tanto miedo hablar de la muerte?
Antes nos cuidábamos en comunidad, en familia. La enfermedad y la muerte acontecía en casa. Con la ayuda del médico que asistía en casa, nos ocupábamos nosotros mismos. Nacíamos y moríamos en casa, los familiares eran los encargados directos de ese cuidado. Y al fallecer se vestía al difunto, se le velaba junto a toda la familia (incluidos los niños) y su comunidad y la muerte no era vivida con tanto desgarro, miedo, lucha, negación. Por otro el luto socialmente establecido estaba mucho más activo que ahora. Vestir de negro, no asistir a algunos actos lúdicos, etc.
Estábamos más conectados con la naturaleza y los ciclos de la vida y eso ayudaba a vivir la muerte como parte de la vida.
La medicalización, los avances y la creación de hospitales mejoraron nuestra calidad y esperanza de vida, por un lado, pero sacaron de nuestro entorno la enfermedad, las curas y la muerte.
Si a eso le sumamos la moda antienvejecimiento todo nos lleva a hacer desaparecer a la muerte, a desafiar el paso del tiempo, a tener la fantasía de poderla erradicar y, por tanto, a vivir la muerte como un fracaso que hay que evitar. Se cosifica mucho al paciente y no se le trata a él en su totalidad, se trata al cáncer, al tumor, a la enfermedad.
Por suerte, gracias a la aparición de la medicina paliativa se ha recuperado la aceptación, el cuidado centrado en la persona y se pone mirada en todas las dimensiones de la persona: física, emocional, social y espiritual.
Por cultura se nos ha enseñado a ganar, a conseguir a superarnos, pero a perder, soltar, desprendernos y despedirnos no hemos aprendido y nos genera mucha lucha y eso nos lleva al sufrimiento. La buena noticia es que este sufrimiento si cambiamos la mirada sobre la muerte y el morir es evitable.
¿Por qué lo ocultamos y tratamos como un tema tabú?
Muchas veces no hablamos de la muerte para no influir a los demás con nuestros pensamientos, por cariño y por protegerlos. Sabemos que está ahí, que va a pasar pero no queremos poner tristes a los demás. También porque a día de hoy, la muerte tiene una connotación de mucha angustia y de mucho miedo.
Otro motivo por el que lo ocultamos y hacemos como si la muerte no existiera es por el miedo que tenemos a la falta de control. En la sociedad actual estamos entrenados para intentar controlar todo a nuestro alrededor y la muerte es la antítesis de todo esto, por eso preferimos ignorarla y hacer que no está ahí.
Estamos programados para evitar el dolor, el sufrimiento, y eso nos lleva a querer sortearlo, negarlo, pero debemos entender que debemos acogerlo y que lo saludable es aceptarlo y pasar por ese dolor.
Evidentemente a priori nadie quiere tener sentimientos negativos, pero el dolor, el miedo, y otros sentimientos considerados negativos son necesarios para nuestra vida y nuestra evolución. Y en muchas ocasiones esas crisis vitales nos hacen crecer internamente.
¿Es importante naturalizar hablar de la muerte para perderle el miedo?
Acercarnos a ella para aceptar nuestra finitud es básico para vivir con más plenitud, más conectados, aligerar mochilas, no posponer. Aceptar lo que nos genera y descubrir sus regalos.
Pensemos en: ¿Qué desatiendes cuando la niegas?
Te engañas pensado que sólo se mueren los demás y desaprovechas el tiempo, a veces no te cuidas, no conectas con la necesidad de vivir en paz y vives más en el ruido externo que en tu mundo interno.
La muerte necesita aceptación y tiempo activo para transitar nuestro duelo.
Cuando estás en duelo vives una doble vida entre lo que el mundo externo exige (seguir con tu día a día) y tu mundo interno que necesita dar espacio a la vivencia para aceptarla, integrar el sentimiento de pérdida hasta llegar a la máxima paz con la historia compartida y agradecer el tiempo con tu ser querido y su legado y enseñanzas.
¿Qué consecuencias tiene no hablar de la muerte?
Piensa en cómo vivimos cuando no aceptamos la muerte y la evitamos a toda costa. Nos desatendemos, posponemos cosas porque pensamos “ya tendré tiempo mañana”.
No hablar de la muerte nos lleva al desconocimiento, a continuar con el miedo hacía ella. Este miedo, cuando es un miedo protector, el que te aleja de peligros, es beneficioso ya que es un mecanismo de supervivencia. Sin embargo, cuando esa sensación de miedo a la muerte es extrema, convierte tu vida en un sinvivir. Pasas de tener miedo a la muerte a tener miedo a la vida. No vives por lo que pueda pasar.
¿Y sus beneficios?
Vivir con mayor plenitud, con más paz, con más confianza, dejando de luchar o sufrir por algo inevitable que, en gran medida, no depende de nosotros.
También sabiendo que dejas “los deberes hechos” para cuando no estés y que harás más fáciles esos momentos posteriores a tu marcha a las personas que dejes detrás porque sabrán cómo hacer las cosas y cuál era tu deseo. Les darás paz a ellos.
Además, puede ayudarnos en los procesos de duelo. A hacerlos más llevaderos. Está claro que sentiremos tristeza y dolor desgarrador cuando se marche un ser querido, pero podemos reflexionar y trabajar para vivir ese momento de la manera más cálida y amorosa posible, para conseguir transitar y elaborar esa vivencia y poder seguir adelante con el mejor recuerdo de ese ser querido y acorde con sus deseos.
Necesitamos tiempo, pero el tiempo por sí solo no lo cura todo. Necesitamos el tiempo para activar nuestros recursos internos y externos para que pueda darse un momento en que incorporemos el recuerdo de nuestra historia con la persona que marcha con sosiego.
Hablar de la muerte y todo lo relacionado con ella es complicado, ¿Cómo podemos abordar el tema con nuestros seres queridos? ¿Cómo conseguimos una conversación significativa cuando hablamos temas tan sensibles como últimas voluntades, el legado que dejamos...?
Es mejor para todos y todas cumplir voluntades que tomar decisiones.
Ante la incapacidad o fallecimiento de un ser querido siempre es mejor cumplir su voluntad que tener que decidir por él/ella. Cuesta afrontar que un día pasará y lo vamos dejando y negando… Pero acoger la posibilidad de una incapacidad o de nuestro fallecimiento es un acto de amor y cuidado hacia nosotros mismos y hacia nuestros seres queridos.
Pensar, informarnos, decidir y comunicar lo que queremos que pase en situaciones donde no vamos a poder decidir es bueno para todos y minimiza y previene malestares.
Hablemos de ello con nuestros seres queridos. Cuesta sacar el tema, es cierto. Se hace difícil preguntar al de delante y confrontarlo con esa realidad. Pero si todos vamos tomando conciencia de los beneficios de hablar de ello y tomar decisiones transitaremos esas situaciones de manera más amable.
Por último, como psicóloga especializada en duelo, ¿puedes compartir con nosotros alguna dinámica o idea práctica que ayude o facilite el acto de hablar de la muerte con otras personas?
Me gusta el caso a caso, conocer la historia de vida y especialmente, la historia de duelos previos. La muerte no nos afecta a todos por igual y cada persona tiene una relación con la muerte distinta. Por eso, es importante preguntar cómo se ha vivido la muerte en la familia o cómo se ha tratado.
La mayoría de las veces, lo más sencillo es empezar por nosotros mismos. Compartir nuestras propias reflexiones, deseos e inquietudes de final de vida para después preguntar a los demás.
Preguntar, simplemente, ¿qué es para ti un buen morir? ¿Cómo tendría que ser ese momento para que tu estuvieras cómodo?
Lo verdaderamente importante es que comprendamos que el cambio está ocurriendo constantemente en todo lo que nos compone y en todo lo que nos rodea y en esa realidad hay que aprender a bailar.
Puestos a invertir energía, deberíamos invertir energía en fluir, confiar, soltar… Disfrutemos todo lo que podamos de esa danza.
Fomentando conversaciones con Envita Stories
Ahora ya conoces lo beneficioso que puede ser tener conversaciones sobre la muerte y dejar los últimos deseos y voluntades preparados antes de que llegue el momento.
Escribir tu libro de vida, o el de esa persona especial, puede ser una actividad que puede ayudar a tener conversaciones sobre nuestros miedos, inquietudes y deseos cuando llegue ese momento. En definitiva, puede ayudarnos a perderle el miedo a la muerte.
Puedes saber más sobre nuestros Libros de Vida en Envita Stories.